Desde hace años nos interrogamos, como es lógico, sobre el lugar que ocupan las redes sociales en el periodismo. Si bien los propietarios de los medios de comunicación han esperado durante años recolectar los jugosos frutos que prometían estos nuevos soportes, lo cierto es que las redes sociales no generan nada o casi nada económicamente y sin embargo, suponen un paso indiscutible para la existencia de los medios.
A día de hoy, ningún medio, ningún periodista puede objetivamente pasar sin las redes sociales, hasta el punto de que actualmente el primer canal de información para los internautas es… ¡Facebook! Esto representa un peligro doble para aquellos ciudadanos que consideran que el derecho de estar bien informados es un derecho fundamental, ya que en Facebook la información de calidad puede mezclarse con el rumor sin ninguna jerarquía. Finalmente, el propio Facebook se ha convertido en pocos años en editor, eligiendo la información que acepta publicar.
La fotografía de una niña vietnamita desnuda y abrasada con napalm corriendo hacia el objetivo del fotógrafo Nick Ut Cong Huynh, de Associated Press, en 1972, es un ejemplo flagrante: Facebook la censuró antes de dar finalmente marcha atrás… como consecuencia de la presión ciudadana y la de la profesión, por supuesto.
Nunca está de más recordar los principios que gobiernan nuestra profesión: la búsqueda de la verdad y la independencia, inscritos en el código de principios de la FIP sobre la conducta de los periodistas. Leámoslos de nuevo y ofrezcamos a cada estado el cuarto poder que toda democracia se merece. Feliz 2017 a todas y todos.
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