La represión policial a lxs miles que durante una semana se movilizaron contra el proceso de destitución presidencial y toma del Poder Ejecutivo por parte de un sector de la clase política peruana, resultó no sólo en dos manifestantes muertos sino también en decenas de reporterxs, camarógrafos y trabajadorxs de prensa baleadxs, gaseadxs o golpeadxs por lxs efectivos policiales.
Este dato se desprende del relevamiento de casos basados en testimonios de primera mano, fuentes directas, testigos y denuncias públicas que realizó en tiempo real la ANP, institución que hace más de 80 años vela por los intereses de lxs trabajadores de prensa y que ha estado en las calles peruanas los días de la conmoción para acompañar, asistir y asesorar a lxs periodistas y técnicxs.
Las marchas multitudinarias, posteriores a la destitución del entonces presidente Martín Vizcarra, provocaron la renuncia del impuesto gobernante Manuel Merino y la asunción del presidente del Congreso, Fernando Sagasti, como mandatario provisional y encargado de conducir una transición democrática y transparente, como lo exigieron lxs miles de peruanxs que marcharon durante días en las principales ciudades del país.
Fue para visibilizar este proceso y comunicar su desarrollo a todos los rincones del país, que decenas de comunicadorxs y técnicxs se desplegaron por las capitales peruanas, en un ejercicio natural de su condición de trabajadorxs de prensa y en pleno uso de los derechos y garantías que los asisten tanto en la Constitución peruana como en los Tratados Internacionales.
En ese contexto, al menos 40 colegas fueron atacados y a partir del trabajo de ANP, se reconstruyeron situaciones como la siguiente, vivida por Alonso Balbuena, reportero de Ojo Público: “Al observar a los agentes caminando en su dirección levanta las manos, para señalar que no es un manifestante y que no quiere confrontar con ellos. Sin embargo, Balbuena relata que un efectivo dispara directamente en su dirección un gas lacrimógeno, que impacta en su pierna derecha, a la altura de la canilla”.
"Alonso se apoya en la pared para mantenerse estable. Se revisa la pierna y, al observar la magnitud de la herida, se sienta. En ese momento llegan los policías con la intención de golpearle con sus varas, a pesar que el hombre de prensa gritaba que es periodista mostrándoles su credencial”, relata el documento elaborado por la organización.
Es por esto que, tanto FIP como su afiliada en Perú, ANP, condenan la brutalidad de la policía y exigen que la clase política peruana erradique el accionar violento de instituciones pensadas para servir y proteger a la sociedad y no para reprimirla. Tanto la Federación como la ANP continuarán monitoreando la evolución de la situación social y política en Perú, siempre con la convicción de defender el derecho de lxs trabajadorxs de prensa a trabajar con garantías plenas y el de la sociedad a estar informada.